El Señor Jesús me invita a estar con él. Mi vida cobra sentido cuando me doy cuenta de esto. Él me espera, me busca… Él me atrae y me pide que vaya a su encuentro. Con todo lo que soy y con todo lo que estoy viviendo, en este momento de mi vida voy a él. Con mis cansancios y mis dudas voy a él… Y sé que él se alegra de verme y se goza de estar conmigo. Orar es estar con quien sabemos que nos espera siempre y nos ama incondicionalmente.
Ponemos nuestra vida en tus manos, Padre. Descargamos en ti todos nuestros agobios y preocupaciones, sabiendo que tú te ocupas de nosotros. Enséñanos a ser como Jesús: mansos y humildes de corazón, sabiendo que, como dice san Juan de la Cruz: «El alma que nada en amor, ni cansa ni se cansa». Pon, un día más, sobre nosotros, la carga ligera del amor y la fraternidad. Amén.
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