Orar es vaciarse por dentro para abrir a Dios de par en par las puertas del corazón. Invoco al Espíritu para que venga en ayuda de mi fragilidad. Que entre en todos esos espacios que todavía no he abierto a su gracia, y donde no ha calado por completo su mensaje. Que la luz de su Palabra ilumine mi camino y me haga comprender lo que quiere de mí, aunque siga siendo difícil comprender su mensaje.
Señor, quiero que seas el primero en mi vida, y quiero aprender a cargar la cruz que esto conlleve. Sé que, si te amo a ti primero, tú me llevarás a amar al mundo como tú, hasta el extremo. El amarte a ti primero no me aislará de los hombres, al contrario, me impulsará a darme con generosidad a mis hermanos. Amén.
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