Si te empeñas en caminar por la vida tu sólo y apoyado en tus propias fuerzas, experimentarás que se te presentarán muchas dificultades, que no podrás superar y que te invitarán a abandonar lo que te habías propuesto. Más todavía si se trata de la máxima aspiración, vencer la muerte, que nos aterra, y alcanzar esa felicidad plena que buscas. Y de hecho, así sucede en la historia de mucha gente. Recuerda, si alguna vez has oído una misa, que en el momento de la consagración se dice: ...para la salvación de muchos...
Porque, sencillamente, hay muchos otros que no lo ven así, ni tampoco lo creen así. Ellos prefieren su razón, su finita y limitada inteligencia y los placeres inmediato que este mundo les puede brindar y, su necedad es tal que, sabiendo que eso es solo por un periódo de tiempo limitado, unos cuantos años que pasa muy rápido, cambia la Eternidad y Felicidad por un potage de lentejas. Ya hubo alguien que lo hizo en un tiempo pasado - Gn 25, 34. -.
Vivimos con los ojos vendados y, en algunas ocasiones, cerrados por los espejismos que el mundo nos ofrece. El Maligno sabe de que pata cojeamos y nos tienta. Eso fue lo primero que hizo Jesús, retirarse al desierto y ponerse a prueba dejándose tentar por el demonio. También tú y yo sufrimos esas tentaciones pero, al lado de Jesús podemos vencerlas. Es el momento de descubrir la realidad de nuestra vida y, abriendo nuestros ojos, dejarnos llenar del Espíritu Santo, que recibimos en nuestro bautismo, y, como Pedro proclamar: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
El mundo no nos ofrece nada nuevo. Sabemos que, despues de, en el mejor de los casos, disfrutar de lo que el mundo nos da, donde vamos a terminar. Y después, ¿qué nos espera? Se me ocurre pensar que el demonio nos manipula cómo si de simples gladiadores se tratara. Nos brinda la muerte, tarde o temprano, tras una noche de placer. ¿Acaso tú también te dejas embaucar por esa pobreza y esclavitu? Pidamos al Padre Dios que nos dé la luz para acercarnos a su Hijo y seguir su Palabra. Porque, sólo Él tiene Palabra de Vida Eterna. Amén.