Nuestra necedad es grande. Se me antoja pensar lo disparatado que sería que un cordero se pusiera a competir y a discutir con un lobo. ¿Cómo se nos ocurre pensar y razonar sobre la vida en la otra vida, valga la redundancia? Un mosquito que quiere discernir sobre las leyes del mundo. No sé qué ejemplos poner, porque el disparate es de muchos quilates.
Queremos entender y solucionar la vida, que se nos antoja un misterio y que sin el don de la fe no podemos creer en ella, con nuestra razón. No sabemos nada ni nuestra pobre razón puede alcanzar a entender tan altos misterios. Pero nos permitimos discernir y hasta vaticinar lo que puede ocurrir. No podemos filtrar por nuestra razón lo que se nos ocurra pensar sobre lo que pueda pasar en la otra vida.
Nuestra mente es limitada y no puede abarcar ni comprender la Omnipotencia de Dios. Es un disparate atrevernos a pensar y deducir qué y cómo será la otra vida. Será un error grave el hacerlo tal y como ocurrió con los saduceos. La otra vida es un regalo de Dios. Igual que ésta, y nada podemos objetar ni saber al respecto, porque nosotros somos sus criaturas, pobres y humildes. Por lo tanto, no podemos imaginar cómo será.
Eso sí, aprovechemos este humilde rincón y la oportunidad de, unidos, pedirle al Señor que nos sostenga unidos y perseverantes en obediencia a nuestra Iglesia con el Papa a la cabeza. Porque eso es lo que ha querido Jesús y lo que nos ha dejado dicho, Mt 16, 18-19. Pidámosle que no sigamos a nuestra limitada y pobre razón, que nos engaña y manipula. ç
Seamos fieles y dóciles a la Palabra de Dios, y, como María, la Madre del Señor, guardemos todas estas cosas en nuestro corazón, meditándolas y tratándolas de vivirlas en el Espíritu Santo. Amén.
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