Sé, Señor, que todo está en tus Manos. Convertir mi pobre y humilde corazón no es cosa mía. Nacer de nuevo es obra del Espíritu Santo, pero para eso, previamente, yo tengo que abrirle mi corazón. Tú, mi Señor, me has hecho libre, y por esa razón, necesitas mi colaboración y mi asentimiento.
Tendré que poner todo aquello que está de mi parte, y que previamente, Tú, me has dado gratuitamente. Y eso vengo a pedirte hoy en este humilde y pequeño rincón.
Quiero, Señor, que conviertas mi corazón; quiero, Señor, que me desapegues de mis apegos; quiero, Señor, que arranques de mi corazón todas aquellas cadenas que me esclavizan y me separan de dejarme modelar y convertir por el Espíritu Santo.
Yo, humildemente, te prometo que todos mis esfuerzos serán para dejarme convertir. Espero, Señor, en tu Espíritu, alcanzarlo. Y en esa esperanza comprometo mi vida y corro a llenarme de tu Gracia.
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