No podemos quedarnos quietos, impávidos ni perplejos. Es día, momento, noche de alegría, de gozo y de salvación. Los ángeles cantan y dan la bienvenida al Niño Dios que ha nacido tomando naturaleza humana para, acrcándonse a nosotros, ofrecernos la salvación. No es una noche cualquiera, sino la Noche en la que Jesús, el Hijo de Dios, vino al mundo para salvarnos.
Por lo tanto es noche de alegría y de gozo. Un gozo de sabernos salvados para la eternidad. Sin embargo, es necesario tomar conciencia de que tenemos que poner algo de nuestra parte. Es necesario colaborar con la Gracia de Dios, porque nos ha creado libres. Libres para elegir ser salvado o para rechazar esa salvación. Por eso, debemos estar atento y vigilante a la Palabra de Dios.
Todos entendemos que el buen trabajo merece su salario y recompensa. Y nos gusta merecernos la paga. Y eso nos exige hacer las cosas bien. Es justo y de sentido común que, aunque la Gloria se nos ha dado gratis, no la merecemos. Porque sus consecuencias son infinitas y nosotros no podemos pagar esa infinitud. Es, por lo tanto, pura Gracia de Dios.
Pero, entendemos que tenemos que responder a esa gratuidad con nuestro esfuerzo y trabajo. Y hacer las cosas bien hechas y según la Voluntad de Dios, que sabe lo que es bueno y lo que nos gusta y debemos hacer. Por eso le decimos que se haga su Voluntad, y no la nuestra. Por eso, queremos acercarnos, como niños, al portal para pedirle esa limpieza y pureza de niño que nos dé la voluntad de hacer las cosas como el Espíritu de Dios nos va indicando.
Por eso, hoy queremos alegrarnos y cantar la Gloria de darnos cuenta del nacimiento del Niño Dios, y de descubrir su cercanía y ayuda para que imitándole podamos cumplir con los mandatos de su Voluntad. Amén.
FELIZ NAVIDAD.
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