No hay otra posibilidad por mucho que nos lo propongamos. No podremos descansar en nuestros egoísmos, vanidades y anhelos sino solamente en el Señor. Las referencias que tomamos del mundo no nos llenan ni nos satisfacen plenamente. La vida nos arrastra y cuando creemos haber encontrado la solución o la cima de nuestra paz y descanso, caemos en nuestra propia trampa.
Nuestra vanidad, orgullo, soberbia y egoísmo nos destruye y nos abate. La paz sólo está en el Señor. Él es nuestro descanso, y así nos lo promete en el Evangelio de hoy: "Venid a Mí los que estáis cansados y agobiados, y Yo os aliviaré" Y eso queremos y te pedimos hoy, Señor, la sabiduría y la fortaleza para no desfallecer y descansar de todos nuestros fracasos y pecados en Ti. Porque Tú nos salvas y nos liberas de todas nuestras debilidades y frustraciones.
Danos la perseverancia para saber esperar y sostenernos en espera paciente hasta que Tú, Señor, decidas venir para salvarnos. Porque está vida, Señor, sin Ti se hace rutina y absurda. No valdría la pena ni vivir ciento de años, pues nos cansaríamos de lo mismo y no entenderíamos la misma vida que va evolucionando y avanzando. Quedaríamos marginados y desubicados de nuestra misma realidad, porque el tiempo y la ciencia nos superarían y quedaríamos fuera de lugar.
No tenemos otro destino sino descansar en Ti, Señor e igual que de Ti hemos salido, a Ti regresaremos. Y eso esperamos y en esa esperanza apoyamos nuestra vida, que, entonces, cobra todo su sentido y realidad. Eso, llenos de esperanza y confianza te pedimos, Señor. Amén.
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