Tú, Señor, eres el Camino, la Verdad y la Vida. Tu Palabra es transmitida con Autoridad. Una Autoridad que te viene dada desde lo alto, y que da Vida Eterna. Por eso, Señor, te pedimos fuerza, sabiduría y humildad para ser capaces de doblegarnos y abajarnos y recibir, abiertos a tu Palabra todas tus enseñanzas.
Limpia nuestros corazones de toda las alimañas del desierto de nuestra vida y hazlos fértil a la siembra de tu Palabra regada por la Gracia de tu Espíritu. Te pedimos paciencia y perseverancia. Paciencia, para, como tu Madre, María, saber esperar y confiar en tu Palabra, y mantenernos firmes y fieles a tus enseñanzas y mandatos. Y perseverancia, para no desfallecer y, a pesar de las tormentas, las tempestades de arenas que nos cierren nuestros ojos, mantengamos abiertos los ojos de nuestro corazón y sostengámonos erguidos y firmes en tu presencia.
El camino de nuestras vidas se hace desierto, y el horizonte se desdibuja. Y, al acercarse, desaparece llevándose nuestras esperanzas. Ciegos y sin horizontes tratan de confundirnos y seducirnos con los espejismos que el mismo desierto nos presenta y buscan que sucumbamos y nos sometamos a sus caprichos y vicios. Una felicidad engañosa, aparente que, como espejismos, desaparece.
No, Señor, no queremos alejarnos de Ti, a pesar de las dificultades y las tempestades del desierto. Queremos permanecer en tu Palabra y ser dócil a ella. Danos esa fortaleza y firmeza para sostenernos en ella y permanecer abiertos a tus enseñanzas. Vigoriza y fortalece a tu Iglesia con el Papa a la cabeza y darle la luz para que ilumine el camino de todos, y perseverando junto a María, vayamos unidos y fortalecidos en la fe. Amén.
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