Sentimos vergüenza y mucha pobreza. Experimentamos que nuestras fuerzas son muy limitadas e insuficientes para vencer nuestras pasiones, apegos y apetencias y toda clase de vicios y tentaciones. También experimentamos que estamos encadenados, esclavizados y sometidos a las seducciones del mundo en que vivimos, y que nos es imposible levantar la cabeza y liberarnos.
En esas circunstancias nos experimentamos perdidos y vencidos. Y también vacíos. Nuestra vida pierde sentido y el horizonte se nubla y sólo vemos la muerte. No nos queda sino un camino de resignación y tristeza. Un camino de oscuridad, de violencia y de muerte. ¡Pobre de nosotros!
Pero, la Luz brilla en las tinieblas y todo cambia y reluce como el oro. La Vida se ilumina porque Jesús, el Hijo de Dios, con su Pasión y Muerte, voluntariamente aceptada por amor, nos rescata y nos redime, pagando nuestro precio de salvación al Padre, que Misericordiosamente acepta nuestra miseria por los méritos de su Hijo, y nos acoge y salva en su Reino de los Cielos.
Eso hoy te pedimos, Señor. Danos tu Sabiduría y tu Luz para encontrarte en el Camino. Porque Tú has salido a buscarnos y nos esperas en el Camino. Danos luz para descubrir tu Camino, tu Verdad y tu Vida, porque en Ti encontraremos sentido a nuestra vida y la sostendremos eternamente junto a Ti y en el Reino del Padre.
Gracias, Señor, por alegrar nuestra vida y darnos la gran esperanza de, con tu Gracia, alumbrar nuestro camino y dar todo sentido y alegría a nuestra vida. Gracias, Señor, por tanto Amor. Y ayúdanos a, no sólo recibirlo, sino también a darlo siendo esa luz y esa sal que Tú esperas de nosotros. Amén.
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