En repetidas ocasiones sólo vemos la mota del ojo del prójimo sin advertir la viga del nuestro. Eso es algo inherente a nuestra propia naturaleza. No vemos nuestros defectos, o dicho de otra forma, nos cuesta mucho ver nuestros propios defectos, y sí vemos, nos es más fácil, ver los del prójimo. Por eso y en base a eso estamos propensos a juzgar las debilidades y faltas del prójimo, ocultando las nuestras.
Y esa es nuestra oración - petición de hoy, Señor. Te pedimos que nos des la capacidad, no sólo de observarnos y vernos, exterior e interiormente, sino de discernir y corregir nuestras debilidades y defectos. Y evitar nuestros subjetivos juicios sobre los demás. Ni somos, ni estamos capacitados para ello, porque no podemos entrar ni conocer las últimas intenciones del corazón humano. ¿Quienes somos, pues, para juzgar los actos e intenciones de los demás?
¿Acaso estamos nosotros libres de cometer los mismos pecados que los demás? ¿Y en realidad no los cometemos? ¿Con qué autoridad, luego, nos atrevemos a juzgar a otros, cuando nosotros mismos hemos sido reos de esas mismas faltas? Tratemos, pues, de limpiar primero nuestros ojos, para luego ver con claridad los de los demás.
Por todo ello, Señor, y arrepentido de mi osadía y atrevimiento, te pido humildad y paciencia para reconocerme pecador y necesitado de limpiar la oscuridad donde navegan mis ojos, impedidos de ver ante esa oscuridad que le impide ver. Alumbra mi camino y enciende mi corazón para saber limpiar y reconocer siempre primero mis pecados antes de enjuiciar los de los demás. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario