No podemos librarnos de muchas cosas que interrumpen nuestra dedicación y entrega al Señor. El mundo tiene una y mil razones para distraerte e interrumpirte tu relación con el Señor. Y, quizás, muy válidas, para ti y para los demás. Y muy razonables y de sentido común. El trabajo es una de ellas. El trabajo y la comida y educación de tu familia. ¿Quién te va a decir que no?
Sólo Dios puede interrumpirte, porque todo lo que tienes, incluso, tus hijos, te los ha regalado Él. Y te ha creado para servirle, sirviendo a ellos y al prójimo. Pero, primero tienes que servir, que es amar, a Dios. Porque cuando hablo de servir estoy incluyendo tu voluntariedad y libertad. Nadie que sirve por dinero o por obligación, puede amar. El amor exige libertad y voluntariedad. Eso sí, claro, cuesta y se hace duro en muchos momentos. Sobre todo cuando el servido tiene muchas carencias, enfermedades y dolencias. Y falta de medios.
Dios, que es amor, no te va a impedir que tú ames como Él te ama. Y el amor a Él sólo se lo puedes demostrar en los hermanos. Sobre todo en los enemigos, porque a los amigos es fácil amarlos. Tú experimentas que tu corazón se encoge, cuando tienes que dar la paz, con sinceridad, con una sonrisa y con tu mayor esfuerzo auténtico y verdadero a un enemigo. Pero, al mismo tiempo, descubres que, no sólo has abrazado en paz a tu enemigo, sino que has abrazado fuertemente a Dios. Y tu corazón, entonces, se ensancha y experimenta gozo y verdadera paz. Se cumple con lo Jesús te ha dicho: "El ciento por uno".
Pero, eso sólo se puede producir cuando Dios es y está el primero en tu corazón. Él sobre todas las cosas. Es la primera Ley de su Mensaje, Amar a Dios sobre todas las cosas, y, con su fuerza, al prójimo, sobre todo a los enemigos. Porque, tú sólo no puedes. A penas amarás a los que te aman a ti, y de ahí no sales. Por eso necesitamos al Señor, y tenerlo como fin primero y último de nuestra vida, porque estando con Él podremos cumplir su Voluntad. Voluntad que se concreta en sólo dos cosas: "Amar y Perdonar". Amén.
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