Cuando te esfuerza en perdonas estás significando que amar, porque amar supone perdonar. No amas porque tu sonrisa, ni tampoco por unas palabras amables o caricias. Esos signos llevan aromas de amor y huelen a amor, pero no son amor. El amor es un compromiso por el que estamos comprometidos a buscar el bien de los seres amados. Así nos ama nuestro Padre Dios.
Por eso nos perdona, porque nuestros méritos no son para perdonarnos, sino para condenarnos como aparece en el Evangelio de hoy en la parábola que nos cuenta Jesús: (Mt 18,21-35): En aquel tiempo, Pedro preguntó a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno...
Experimentando el perdón que el Señor nos regala por amor, tomamos conciencia de esa infinita Gracia y nos esforzamos en corresponderle dándole las gracias y postrándonos a sus pies con el propósito de, asumiendo y aceptando su perdón, también nosotros perdonar a todos los que nos ofenden. Para ello le pedimos que nos dé la Gracia de ser humilde, paciente y misericordioso.
Te pedimos, Señor, perseverancia y fortaleza para, siendo paciente y misericordioso, soportar todas las ofensas recibida y, como Tú nos perdonas con tu Misericordia Infinita, también nosotros, inundados de tu Infinita Gracia, sepamos soportar y perdonar todas las injurias y ofendas que nos han infrigido. Y hacerlo siempre hasta la última gota de nuestra sangre, incluso cuando nos resulte incómodo y no lo entendamos, pues tampoco entendemos como Tú nos perdonas a nosotros con el daño que te hacemos y los rechazos que te devolvemos.
Danos, Señor, la sabiduría de aceptar y obedecer tu Palabra y guardarla en nuestro corazón teniéndote siempre presente como lo primero en nuestros corazones. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario