Quiero ser vasija de barro, modelada por Ti, para dar luz que alumbre según tu Palabra. |
Señor, escucho que Tú nos hablas mucho de la perseverancia, y, pienso, que si lo dices y lo pides es que debe ser muy importante. Yo también lo creo así. Sin perseverancia poco se consigue. Yo trato de ser perseverante. Por un lado, porque así lo siento y lo creo. Y te doy gracias por darme esa virtud, y por otro, quizás la más importante, porque Tú lo dices.
Perseverar es insistir, seguir adelante, tener constancia, a pesar de que la fe empiece a debilitarse y a no ver claro esa insistencia. Perseverar esconde fe y obediencia. Perseverar busca creer y encontrar razones que respalden esa continuidad, a veces ciega, por seguir tu Camino, Señor.
Yo, Señor, quiero ser perseverante. Eso te pido hoy. Quiero citarme contigo todos los días, pero no sólo por la oración y el diálogo contigo, como lo estoy haciendo ahora a través de este blog y esta entrada, sino en un cara a cara contigo en la Eucaristía. Donde te puedo ver con los ojos de mi fe y de mi alma, y tocarte con mi lengua, labios y corazón al comerte como alimento espiritual. No quiero perderme ni un día sin poder recibirte, y me fastidia perdermelo, incluso cuando lo gasto en preparar tu Palabra para nuestra comunidad.
Por eso, Señor, consciente de que eres Tú mi Luz y mi salvación, yo te pido que alumbres mi vida y mis palabras, porque, aunque mi debilidad humana me tienta, no las quiero para mi gloria, pues mi vida aquí tengo que dejarla para reunirme contigo en el mundo, que Tú nos tienes preparado. Así que, necio de mí si así lo pretendo. Sólo busco, incluso contra mis propias inclinaciones humanas, tu Gloria.
Tú, mejor que nadie, sabes leer mi corazón y conocer lo que busca. Pero, yo quiero experimentarlo así y verlo claro si Tú me lo permites. Quiero ser luz para Ti, y buscar tu Luz para otros. Quiero evitar, que por no poner todo lo que está de mi parte, alguien se quede en la oscuridad y no vea la Luz que eres Tú. Por eso, Señor, te pido la sabiduría, no la del mundo, sino la que viene de Ti. Dame, Señor, esa sabiduría que alumbra y da luz para que otros te descubran. Amén.
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