Hay una tendencia muy arraigada de mercantilizar nuestra fe. Y se nos cuela de forma muy discreta haciéndonos ver que es bueno y necesario realizar estas operaciones que inducen a negocio o beneficios para otros. Hay muchas formas de mercantilizar nuestra fe, que se instala y se acomoda como un estado de bienestar y pasa tiempo que nos ayuda a vivir pero no a crecer en conversión.
Hoy el templo, lugar de reunión de los cristianos, se ha convertido para muchos en lugares de encuentros, de reuniones, de intercambio, de ofertas de viaje, de nuevas amistades, de entretenimiento, de excursiones y celebraciones festivas y de muchas cosas más. Hay muchas formas de rentabilizar nuestra fe sin que nos demos cuenta de que podemos estar equivocándonos.
Conviene preguntarnos qué buscamos con lo que hacemos. Conviene analizar si nuestro objetivo es dar la buena Noticia que el Señor nos ofrece y nos ha encargado con nuestro testimonio y nuestro esfuerzo desinteresado, o buscamos fama, provecho u otro interés. Es posible que no lo hagamos con mala intención, o ni siquiera con la intención de aprovecharnos de algo, pero, ¿es esa nuestra misión? De cualquier forma tratemos de catalizar nuestros templos como lugares que nos ayuden a tener una relación gratuita y confiada con Dios.
Y es eso lo que queremos pedir en este domingo tercero de Cuaresma, la Gracia de discernir como estamos utilizando nuestros templos y de como nos percatamos y tomamos conciencia de la presencia de Dios entre nosotros. Una presencia sacramental que nos pone frente a frente al Señor, presente bajo las especies de pan y vino, y transformado espiritualmente como nuestro principal alimento espiritual que nos conforta y nos fortalece.
Danos, Señor, esa Gracia y sabiduría para tomar siempre y en cada momento la actitud y el camino correcto para utilizar ese santo lugar sagrado, donde Tú moras, como lugar donde nos acercamos y citamos para recibirte bajo las especies de pan y vino y estar contigo. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario