Para amar necesitamos ser libres, porque el amor implica renuncias y sacrificios y eso sólo se puede hacer desde la libertad. Porque, quien no es libre no puede optar a la renuncia o a la privación. Está sometido y esclavizado y dirigido por sus propias pasiones. Y no se trata de herencias ni de descendencias, se trata de fe.
Porque, muchos se creen mejores y distinguidos por cuestión de descendencia. Pertenecer a la dinastía de los descendietes de Abraham les hace sentirse con derechos y privilegios, y ya libres. Craso error la de todos aquellos que confunden la herencia de la Promesa con la consanguinidad. Nada que ver una cosa con la otra. Los herederos de la Promesa son los que acogen y dejan fecundar la fe en sus corazones. Es decir, los herederos son los que creen en Jesús.
Y eso te pedimos. Somos insistentes siguiendo tus consejos, Señor, y te pedimos que aumentes y afirmes nuestra fe. Creemos y queremos seguir tu Palabra y guiarnos por tu Camino, Verdad y Vida. No queremos plantearnos ningún problema ni duda, ni siquiera razonarla, porque nos sabemos débiles y frágiles. Nos sabemos tentados para confundirnos y no queremos exponernos a eso. Ya hemos razonado bastante y nada hay que pueda darnos esperanza como tu Palabra y tu Misericordia, Señor.
Tú eres el Señor, y ahora, próximos esos días en los que tu Cruz va a marcar el sentido de la vida, queremos estar junto a Ti y pasar contigo estos días importantes de tu Pascua y de tu Pasión y Muerte. Porque, esperamos la Resurrección. El triunfo de la Vida sobre la muerte. Ese es el fundamento de nuestra vida y el verdadero signo que nos abre los ojos y responde a todas las dudas que surgen en nuestra vida.
No queremos plantearnos nada, Señor. Sólo queremos obedecerte y dejarnos guiar por Ti, porque sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna. Abiertos a tu Gracia en Ti confiamos, Señor. Amén.
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