La mentira se esconde en la oscuridad. El ladrón actúa en la oscuridad para no ser visto. Incluso, actuando en la luz, lo hace cuando no es visto. Su intención es siempre ocultarse, porque sabe que sus obras son malas. Por el contrario, el que actúa en la verdad no se esconde. Actúa en la luz y a la vista de todas las miradas para ser visto.
No son nuestras obras las que nos salvarán, sino nuestra fe. Es posible que muchos hombres que hacen buenas obras sean nombrados hijos adoptivos y preferidos de un lugar o país. Ya tienen su premio, porque por sus obras han buscado la gloria de sí mismo. Han sido correspondidos a su vanidad y a sus esfuerzos. Sus propias fuerzas han tenido su premio. a su dependencia.
El hombre necesita reconocer su pobreza y su dependencia de Dios. Es decir, creer que todo le ha sido dado por Dios y que, por su Gracia, ha sido salvado. Y será esa fe la que le dará sus buenas obras. Es decir, hay gran diferencia en actuar por mi propia decisión y hacer buenas obras, y actuar en nombre del Señor y apoyado en su Gracia por mi fe en Él. Porque, es la fe la que me salva y la que hará que mi vida dé frutos. Esos frutos que serán el resultado de mi amor.
Pidamos al Señor esa Gracia de recibir la Luz que nos ilumine y nos dé la fe que imprima en nuestras vidas esas obras de amor que conviertan nuestra vida en una esfuerzo de darnos y entregarnos a servir por amor a los demás. Pidamóslo con fe en la esperanza de sabernos guiados por el Espíritu Santo, sabiéndonos iluminados por su Gracia y por su acción.
Ven Espíritu Santo y llena los corazones de tus fieles y enciende en nosotros la llama de tu Amor para que nuestros corazones sean creados de nuevos. Haznos dóciles a tu Espíritu para que busquemos siempre el bien y gustemos de tu consuelo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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