Esa es la pregunta de millón, y la que a muchos nos pasa desapercibida. ¿Busca tu salvación en el mundo? ¿Crees que en una piscina puedes encontrar tu salvación? Quizás, por sus aguas medicinales puedes mejorar, pero la salvación no está ahí. Y, si no despertamos, podemos gastar nuestra vida esperando lo que no se puede esperar. Tal es el caso de aquel hombre que llevaba, nos dice el Evangelio, treinta y ocho años esperando que alguien le ayudara a sumergirse en aquella piscina.
¿También tú y yo esperamos que el mundo nos cure? La medicina puede aliviarnos y hasta prologar nuestra vida, pero salvarnos, no. Sólo, Jesús, el Señor, nos puede salvar y darnos Vida Eterna. Y aquel hombre, a pesar de tanto años, lo encontró. También tú y yo lo podemos encontrar en cualquier momento de nuestra, pero, para ello, tendremos que buscarle o estar atento cuando se hace presente en nuestra vida.
Malgastamos el tiempo y lo derrochamos en una espera inútil. No podrás resolver tus asuntos, y menos los de otros, sin no te agarras al Señor. Posiblemente, nos quedamos cerca del agua, pero nunca entramos, porque no sabemos entrar. Todo es de Dios y todo está sometido a Él. No podemos alcanzar la sobrenaturalidad si no estamos injertados en el Señor. Nosotros pertenecemos al mundo natural y cuando nos proponemos algo sobre natural por nuestra cuenta, fracasamos. Sólo Dios puede hacerlo.
Hay muchas parálisis que nos afectan y no nos percatamos de ella. Y también muchos paráliticos a los que no podemos ayudar porque, nuestros pecados, nos paraliza, nos envejece, nos empobrece y nos hace imposible alcanzar la verdadera agua Bautismal que nos salva. Necesiamos encontrar al Señor y a su Gracia, y pedirle que nos sumerja en las aguas de la Gracia, de la oración, del silencio, de los sacramentos, para que fortalecidos por ellos superar esas parálisis que nos afectan a nuetras vidas y nos mantienen lejos del Señor.
Pidamos al Señor como aquel parálitico, que nos cure y que nos saque de nuestras parálisis que nos impiden amar, porque es en el amor donde encontramos nuestra salvación y nuestra felicidad. Amén.
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