Te pasarás la vida buscando tus deseos de felicidad, porque, ¿supongo que buscas la felicidad? Y te ocurrirá como aquel hombre de la piscina de Betsaida, no tendrás quien te empuje hacia ese camino de felicidad porque se encuentra en el amor. Y un amor entregado, universal, es decir, incluyendo a los enemigos, y eso tú ni yo lo podremos cumplir. Necesitamos la acción del Espíritu Santo para poder llevarlo acabo.
Por lo tanto, así de claro y rotundo, si quieres ser feliz necesitarás amar de forma integra, al bueno y al malo; al amigo y al enemigo. La referencia es Jesús que nos ama a ti y a mí no mereciéndonoslo. Y, sabemos, que eso es irrealizable para nosotros. Por lo tanto, la alternativa es clara, creer en el Señor y fiarnos de su Palabra..
Hoy nos lo dice claro en el Evangelio: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor». Hoy, que tenemos vida estamos todavía a tiempo. Se trata de creer en Jesús y de seguirle. ¿Cómo? Tenemos a su Iglesia, con todos los defectos que quieras, pero es su Iglesia, y el Espíritu Santo la dirige y la protege. Y tenemos los sacramentos y las comunidades, donde podemos experimentar la vivencia del amor. Por lo tanto, se trata de confiar y creer. Y no hay más vueltas de hojas, porque cuando no quieres creer tendrás siempre justificaciones y excusa para evadirte.
De cualquier modo, quieras o no, nuestra hora llegará y tendrás lo que hayas cosechado. Pidamos la luz que nos abra los ojos y que nos ayude a ver claro. A desenterrar nuestras parálisis y nuestros prejuicios para levantarnos y seguir al Señor. Amén.
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