A pesar de mi suficiencia me emociona y me impacta tu compasión, Señor. Y digo esto, porque, creo, que no soy consciente de tu Gracia, de tus dones y, sobre todo, tu Misericordia. Mi ignorancia y necedad es tan grande hasta el punto de creerme importante y resistirme a tu Amor. Mis conclusiones, Señor, son desbastadoras y descubren todas mis carencias, mis debilidades y, sobre todo, mis pobrezas.
Pobreza de poder y riqueza, porque, por mucho que tenga soy incapaz de aumentar un pelo de mi cabello; pobreza de cultura y sabiduría, porque, por mucho que sepa siempre el mundo - el mundo visible - será un misterio inalcanzable para mí; pobreza de relación, porque, mis limitaciones, mi soberbia, mi egoísmo, mi avaricia, mi envidia y mis pecados me impedirán amar a los demás, y pobreza de espíritu, porque si mi corazón no está lleno de tu Amor y Misericordia, mi vida se pierde en un vacío carente de sentido y de amor.
Y es que el hombre ha sido creado para amar, y si no es capaz de amar, su vida se malogra y se gasta inútilmente. Por eso, consciente de la compasión de Jesús, me siento agradecido y, a pesar de no experimentar lo que me gustaría experimentar - eso es don de Dios - si, al menos quiero, ser consciente de su Presencia, su Misericordia y su Compasión.
Y, por ello, doy gracias y, trato, no quedarme en palabras y simples agradecimientos, sino abrir mi corazón a esa Gracia y, en lo posible, aportar toda esa Gracia que, por su Gracia, valga la redundancia, recibo y recibimos en lo más profundo de nuestro corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario