Tengo que confesar, al menos yo, que cuando pido por alguien no lo hago con fe. También reconozco que me confundo y no sé ciertamente qué es la fe. Porque, pongo todo el empeño y la fe que tengo y que puedo, pero, ciertamente no sé si lo hago con plena confianza. Porque, eso sí he advertido que cuando pido con fe algo a alguien, que sé que me lo puedo dar, lo hago totalmente convencido que, si quiere, me lo da.
Pero, mis dudas están en que, ¿lo hago así cuando le pido a mi Padre Dios? ¿Creo realmente que Dios me escucha y me atiende? Me respondo a mí mismo que sí, pero siempre queda algo de duda. También es verdad que no sé pedir, o dicho de otra forma, puede suceder muchas veces que lo que pido no me conviene, o conviene que no se haga para que sea un bien, a pesar de no comprenderlo, para mí.
De cualquier forma, este momento y este Evangelio, desde este rincón de oración, me da la oportunidad de pedirle al Señor que haga que mi fe crezca y se consolide fuertemente y firmemente como la de aquel personaje y aquella mujer. Por tanto, Señor, te pido desde lo más profundo de mi corazón que cultives en mi corazón la llama de la fe y que mi corazón, valga la redundancia, sea cada vez como el de aquel niño que se fía plenamente de su Padre y sabe, con toda confianza, que su Padre le escucha, le atiende y le resuelve su problema.
Gracias, Señor, por tanta Misericordia, porque, reconociendo que no merezco nada, experimento tu Amor y tu Compasión. Gracias de nuevo, Señor. Amén.
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