Si algo sabemos que es cierto es la hora de nuestra muerte. Todos tendremos un momento y una hora en la que dejaremos este mundo para entrar en el otro. Sucede que, para quienes no creen en Jesús y, por supuesto, en la resurrección, ese será su último instante. Sin embargo, a pesar de lo que piensen y crean, permanecen en un error. Todos resucitaremos porque tendremos un juicio final.
Y lo dice el mismo Jesús: «De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».
Luego, no es lo mismo vivir y recorrer este mundo con esa esperanza y esa fe, que vivir pensando que aquí se acaba todo. Creer en Jesús es el mejor negocio de nuestra vida, y cuando se piensa así, escuchar y vivir en su Palabra es lo más importante y bueno que podamos hacer en nuestra vida. Pidamos al Señor esa Gracia y esa fe para no desfallecer y seguir siempre perseverante en el seguimiento a Jesús.
Y, como Marta y María, confiar y creer en el Señor. Él es la Resurrección y la Vida y nada se puede comparar con escuchar su Palabra y tratar de vivirla llevándola a nuestra vida. Amén.
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