Tú, Señor, has querido manifestarte de forma humilde y pobre. Has venido al mundo de forma desapercibida y sin estridencias, ni bombos ni platillo. Solo has querido hacer partícipes de tu nacimiento a los pastores, gente humilde, pobre y sencilla. Porque, has querido que seamos libres y que decidamos seguirte y aceptarte por ser Tú quien realmente eres, no por tu Poder y tu Fuerza.
Por eso, Señor, te pedimos paz, sabiduría y fortaleza para saber sostenernos firmes, erguidos y seguros ante los peligros, las tentaciones y seducciones que este mundo nos ofrece. Sobre todo, esas ansias de poder, de riqueza y placeres que colman nuestras apetencias y concupiscencias. Danos, Señor, la fuerza de saber mantenernos en tu Palabra y de reconocerte como el Mesías enviado para anunciarnos la Buena Noticia que nos salva y nos da la felicidad y Vida Eterna.
Ayúdanos a huir del poder y la riqueza que nos aparta y aleja de Ti, y danos la capacidad de escuchar tu Palabra y llevarla a la vivencia de nuestra vida de cada día. Enséñanos a saber escucharte, a obedecerte y a reconocerte como el Mesía esperado que nos anuncia el Amor Misericordioso de nuestro Padre Dios. Amén.
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