Jesús se entrega voluntariamente a una muerte de Cruz. Lo sabe, pues ya se la ha adelantado a sus discípulos - Mt 17, 23 - y, a pesar de ello, sigue adelante. Lo hace por amor y por ti y por mí. Nos ha rescatado del pecado y liberado del mal. Y se va a quedar para asirte de su Mano cada vez que tu debilidad te haga caer y te hunda en la perdición de este mundo. Pero, antes entregará su Vida, voluntariamente y por amor.
¿Y nosotros? ¿Seguimos igual? ¿No te remuerde la conciencia y te conforta el propósito de enmienda? Es posible que cada uno de nosotros también tengamoss una cruz. Y una cruz difícil de soportar, pero, ¡no tengas miedo!, en Él podemos superarla cargándola como Él lo hizo. Él nos lo ha prometido, quien cree en Él podrá - Jn 3, 15 - Y hay muchos que han creído en Él y lo han logrado. Su Resurrección es el signo y el fundamento de nuestra fe.
Jesús, con su Muerte y Resurrección, ha dado esperanza y sentido a nuestra vida. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. No hay otro camino que nos lleve a eso que en el fondo de nuestro corazón buscamos: gozo y felicidad eterna. Jesús nos lo promete. Él es esa fuente de felicidad que esperamos alcanzar, pero, para eso hay que caminar a su lado y seguirle viviendo en su Palabra.
Danos, Señor, esa fortaleza y esa esperanza de vivir cada instante de nuestra vida en tu Palabra y según tu Voluntad, no la nuestra. Aumenta nuestra fe y llénanos de tu Gracia. Amén.
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