Señor, me cuesta tomar conciencia de tu presencia; me cuesta creer en tu Resurrección; me cuesta apartarme de mis tentaciones que me alejan de Ti; me cuesta rezar, guardar silencio, percibir que me escuchas y que me proteges. Señor, me cuesta todo, porque soy un pobre pecador y necesito de Ti.
Dame y aumentame la fe; convierte mi corazón endurecido por el pecado, en un corazón suave, bondadoso, generoso, confiado y fiel a tu Palabra. No puedo hacer otra cosa sino esperar, pero no quiero esperar pasivamente, sino andando hacia Ti. A pesar de mis pasos torpes e inútiles; a pesar de mis debilidades y tropiezos; a pesar de mis fracasos, errores y apegos que me vencen y someten. A pesar de todo, quiero Señor seguirte.
Y lo hago con la esperanza de que sé que Tú, aunque no te sienta, ni perciba, ni escuche, ni oiga, estás siempre ahí, a mi lado y pendiente de mí. Porque, ¡si no!, ¿para qué me has creado? Un Padre tan Bueno como nos ha mostrado Jesús, tu Hijo, no puede crearnos para, luego, abandonarnos. Un Padre Bueno como Tú, Señor, está siempre pendiente de sus hijos.
Y yo lo creo. y confío que a pesar de mi debilidad, Tú siempre estás a mi lado. Y te pido, Señor, que me ilumines, me des la capacidad de entenderte y la constancia de no desfallecer para permanecer siempre a tu lado hasta que Tú decidas llevarme a tu Reino.
¡Ven, Señor, e ilumina mi oración!
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