No es fácil orar en estos momentos. No es fácil orar, porque todo lo que te diga, Señor, no sirve de consuelo. No sirve de consuelo porque no es algo pasado, sino algo que se hace presente cada día en mi vida. Es el reflejo de mi propia vida si quiero seriamente seguirte. Tengo que cargar con mi cruz. Sé que no es la tuya, pero es una cruz que tiene su peso y para mí debe representar también sacrificios y sufrimientos.
¡Cuantas cosas tengo que renunciar! Y no se trata de renuncias de privarme de algo material o comodidad. ¡No! Se trata de la renuncia a mis egoísmos; a mi soberbia; a mi vanidad; a mí ambición; a mis preferencias, apetencias y, sobre todo, a mis ideas. Se trata de caminar, no a mi ritmo, sino al ritmo que tu marcas, Señor. Se trata de hacer de tus ideas, mis ideas. Y eso da más dolor y sufrimientos, y es más costoso que desprenderse de cosas.
Hacer oración en clave de renuncia y disponibilidad es muy difícil y duro. Pero es la verdadera oración, el último escalón de la escalera donde ya no eres tú quien vive en ti mismo, sino es Él que vive en ti. Lo experimentó Pablo y lo dijo. Por eso, Señor, esa es la oración que quiero yo hacer y la que me gustaría. Pero, es la que quizás no hago. Y eso descubre que mi fe no es lo suficientemente comprometida y madura.
Te pido, Señor, que aumentes mi fe. Te pido, Señor, aunque lo haya dicho muchas veces, que me des la sabiduría de saberte escuchar, y, a pesar de que no te entienda del todo, seguir tu Palabra y tus mandatos. Te pido, Señor, que me llenes de paz, paz de la Tuya, de la que no desespera y confía; de la que sabe que estando contigo y en tus Manos, todo saldrá bien y nada hay que temer.
Y te pido, Señor, fortaleza. La fortaleza de, a pesar de sentir miedo y dolor, no retroceder ni un ápice en seguir el camino que tu Espíritu me ha trazado. Porque Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario