Es algo extraño. Cuando experimento que estoy cerca es cuando más lejos me siento. Quiero decir que cuando te sientes bien y crees estar satisfecho por estar respondiendo a la llamada del Señor, experimentas que te alejas. Ese deseo de perfección, de sentirte, si no perfecto, sí merecedor de la Misericordia del Señor te hace descubrir la realidad: Experimentas la lejanía y la pobreza.
¡Qué lejos me siento, Señor! Impotente, indigno, fracasado, pecador, lleno de defectos, apegos, limitaciones y apetencias que emergen mi humanidad, mi pobreza y mis miserias. Miro a mi derredor y advierto toda mi miseria y experimento una vez más, y te doy gracias, Señor, que todo es Misericordia tuya. Nada merezco y todo viene de tu Gracia y tu Amor.
Y descubrir que me has dado el don de la fe y la sabiduría de advertir esta experiencia de humildad y de reconocimiento de tu Gracia, es la maravilla que nunca entenderé hasta que me concedas la Gracia de estar en tu presencia y revelarme el misterio. Por eso, aparte de darte las gracias, te suplico Señor que me llenes de paciencia y perseverancia para que mi voluntad y libertad no caigan esclava de las tentaciones de este mundo.
Cada día es una lucha, y cada día necesito la fuerza de tu Espíritu para sobreponerme y poder vencer las tentaciones, obstáculos y dificultades que salen a mi paso. Cada día es una nueva experiencia de tu Amor, y una nueva oportunidad de ofrecerte libremente mi esfuerzo por seguirte y responder a mi fidelidad a tu Palabra. Y me siento débil y vencido en muchos momentos; y me siento abatido y sin voluntad para rezar como pienso debería hacerlo. Y me siento mal.
Pero no quiero dejarte, ni tampoco serte infiel. Sé que con mis fuerzas no podré, pero sé que con tu Gracia todo lo puedo. Y es eso lo que te pido sabiendo que Tú me escuchas y me lo concedes. Porque Tú me quieres contigo. Me lo has demostrado en la Cruz.
Tómame, Señor, y no dejes escapar mi vida de tu presencia, porque yo quiero ser tuyo, y Tú me has creado para que lo sea. Dame, Señor, la Gracia de la sabiduría, fortaleza y paz. Amén.
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