De nada sirven mis oraciones y sacrificios si no están dirigidas al servicio. Al servicio a los demás. Todas mis obras deben estar impregnadas de ese denominador común: "Amar para servir". Porque la última expresión del amor es el servicio. Un amor que se quede en las palabras y no pase a la vida es un amor fallido que vive en la mentira y, por lo tanto, no es verdadero amor. se alimenta en la hipocresía e inmadurez.
Porque el amor verdadero vive en la verdad. Aunque esa verdad duela y cueste asumirla. El amor vive en la verdad y justicia y es transparente. Por eso, Señor, hoy nuestra oración, de petición, va dirigida a que me enseñes a servir, porque yo difícilmente daría un servicio desinteresado. Sólo Tú te entregas gratuitamente y sin condiciones. Eso a mí me es imposible.
Solo con tu amor, Señor, seré capaz de darme y entregarme a servir por amor. Sólo Tú sabes hacerlo. Un servicio como el Tuyo, por amor y sin condiciones no está al alcance de nadie. El hombre es egoísta y por su propia naturaleza sometido al pecado, vencido al pecado y esclavizado en él.
Un servicio entregado, paciente, disponible y misericordioso como el Tuyo, Señor, no está a nuestro alcance ni entra en nuestras posibilidades. Dependerá de Ti que lo podamos vivir, pero Tú nos exige fe y confianza. No nos pide otra cosa. Sabes de nuestras ineptitud y limitaciones y solo te basta nuestra confianza para que nos des la capacidad, las fuerzas y la caridad que necesitamos para amar a tu estilo.
Te pedimos Señor que nos infunda la Gracia de servir libremente y para liberar. Un servicio que busca el bien y el gozo de aquellos que sufren sumidos en la pobreza tanto material como espiritual. Postrados ante Ti, Señor, levanto mi alma para ponerla en tus Manos y dejarme conducir por tu Amor, para vivir, por tu Gracia, en el amor y servicio a los demás. Amén.
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