La razón y el sentido común me dice que recogeré lo que haya sembrado. Todos sabemos que sólo tendrás derecho a recoger lo que, con tu trabajo y esfuerzo, hayas sembrado. Todo lo que venga por otro lado será considerado suerte, casualidad o lotería.
Sin embargo, podemos hacer cambiar la situación si nos acogemos a lo que nos dice el Señor: "Pidan y se les dará". Pues bien, podemos aprovechar este rincón de oración para, unidos, elevar nuestra suplica y pedir para que aprendamos a sembrar bien. Para que con nuestro trabajo sembremos semillas buenas que nos den, valga la redundancia, buenos frutos.
Enséñanos, Señor, a bien sembrar; enséñanos a apartar la semilla mala de la buena y a quemar la cizaña para que no nos estropee la buena semilla. Protégenos, Señor, del mal sembrador, el diablo, para que no siembre nuestros campos de cizaña y nos estropee la cosecha. Danos sabiduría, voluntad y fortaleza para mantener limpios de cizaña nuestra tierra y podamos dar buenos frutos para tu Gloria.
Danos la capacidad de entregar todo nuestro esfuerzo, al cien por cien, para que a la hora de tu venida, Señor, tengamos las manos llenas de buena semilla y todos nuestros frutos sean de tu agrado. Danos la Gracia de estar entre tus elegidos por nuestro bien hacer en la asistencia y auxilio del Espíritu Santo, para que podamos gozar en tu presencia de la plena felicidad eterna.
Señor, en ti confiamos y esperamos, poniendo todo nuestro esfuerzo de cada día, a que el día de tu venida nos encuentre trabajando por mantener limpia y bien cuidada la tierra que, por tu Misericordia, nos ha sido entregada por tu amor. Amén.
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