La familia es lo más grande que tenemos. ¿Dónde estaríamos si no vivimos en familia? Es la verdadera escuela donde aprendemos a respetar, a servir, a renunciar, a sacrificarnos y privarnos, y, sobre todo, a amar y amarnos. Sin la familia difícilmente aprenderíamos a ser personas.
Se nota cuando no hemos crecido en familia, o en una familia dispersa y desestructurada. Se nota nuestras carencias de servicio, de respeto, de entrega, de escucha, de disponibilidad...etc. Pero, sobre todo, de amor. La familia es el medio natural donde el hombre crece como persona en sabiduría, estatura y espiritualidad cristiana si tenemos a Dios por nuestro Padre.
Recemos por la familia. Recemos al Padre Dios para que las familias se mantengan unidas por el verdadero amor, y sean comunidades de paz y justicia misericordiosas. Y, sobre todo, para que vivan en torno a la fe en nuestro Señor Jesús, que nos une y nos conforta dándonos fortaleza para vivir en el amor de unos con otros.
Recemos y pidamos que las familias, unidas, perseveren en la fe a pesar de las tribulaciones y desafíos del mundo que las amenaza con destruirlas. Que, a ejemplo de María y José, guardemos todas nuestras dudas e interrogantes en nuestros corazones, confiados en la seguridad de que nuestro Padre Dios nos guiará por el buen camino que todos deseamos.
Gracias, Señor, por darnos una familia. Una familia que nos ayuda a vivir, nos da sentido y nos llena de esperanza posibilitándonos la oportunidad de aprender a sacrificarnos, a entregarnos, a renunciar y, sobre todo, a amar respondiendo a tu Amor. Amén.
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