FELIZ NAVIDAD |
A pesar de mis esfuerzos, Señor, el mundo me separa de Ti. Sus burbujeantes espumas de luces y candilejas serpentean en mi mente, y sus dulces y perfumados olores me esconden que Tú naces en la más sencilla y pura indigencia, fuera de las comodidades y tentadoras ofertas que el mundo ofrece.
Y me debato en esa lucha entre abrir la puerta de mi corazón y acogerte, o dejarla entre abierta y marcharme a festejarte entre el mundo que mira para Ti, pero también pone su mirada en las ofertas y tentaciones del mundo.
Se me olvida quien eres, y cómo has querido venir a este mundo. Se me olvida que te abajas humildemente desnudándote de tu condición Divina para igualarte a los hombres menos en el pecado. Se me olvida que vienes a amar sin exigir, sino perdonando misericordiosamente. Se me olvida que eres un Dios todo amor misericordioso. Se me olvida que, por encima de todo, me amas y has pensado en mí como en tu Madre, María, nuestra Señora, o como tu primo Juan Bautista, elegido para se tu precursor y anunciador de tu llegada.
Me olvido, Dios mío, de tu presencia entre nosotros, y pierdo la perpectiva de mi amor. Que no debo encerrar en mi corazón, sino derramarlo, regalado por Ti de forma abundante, en cascadas torrenciales en los demás, de forma gratuita y sin condiciones, tal y como Tú me lo has entregado y me lo entregas a cada instante de mi vida. Danos, Señor, la Gracia de saber gustarlo y gozar de tu consuelo, para verterlo en los demás con generosidad y verdadero amor.
Prepara, Tú, mi Señor, la cuna de mi corazón para acogerte y llevarte como Tú quieres al corazón de los hombres por los que te entregas y das tu vida. Transforma mi vida y haz que esta celebración no sea una fiesta más en mi vida, sino un instante más de amor que, en tu Nombre, Dios mío, puedo derramar, por tu Gracia, en los demás. Amén.
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