Ocurre que muchas veces no podemos dialogar con aquellos que se cierran al Mensaje de Jesús e impiden de forma irrisoria la continuidad del mismo. Son los sumos sacerdotes y ancianos de nuestro tiempo, que dándoselas de sabios, no responden a las verdaderas preguntas que la misma vida les plantea.
Ante los misterios de nuestra fe entonan una irrisoria risita que no justifica nada, y que les sirve como evasión o tapadera de respuesta que corta el diálogo. Porque encontrar la verdad exige un serio compromiso de no rechazar aquello que no se comprende ni se entiende. Puedes ser inadmisible para ti creer que Jesús, el Hijo de Dios, haya nacido de María de la forma anunciada por el Ángel Gabriel. Pero para Dios nada hay imposible.
Precisamente, un Dios, que llegásemos a entender y comprender, dejaría de ser Dios. Porque ya no tendría autoridad sobre nosotros, pues al comprenderlo estaríamos en el mismo nivel. Pero aceptar estas cosas les desnuda y les deja como aquellos sumos sacerdotes y ancianos del tiempo de Jesús.
Hoy, Padre del Cielo, te pedimos que nos aumentes nuestra fe, y nos la reafirmes por la Gracia del Bautismo y la Confirmación en nuestro espíritu, para que seamos fieles a tu Palabra y dóciles a tu Autoridad. Danos la sabiduría de confiar siempre en Ti, hasta el último momento de nuestra vida, abandonándonos como fieles hijos, a tu Misericordia Infinita. Amén.
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