Evitarnos molestias nos empuja a desvincularnos de circunstancias grupales y de comunidad que nos sirven para fortalecer nuestra fe. También huimos de comprometernos, y en esos grupos el compromiso se hace necesario, pues de no contraerlo nos descubre y delata. La fe compartida se fortalece, pero nosotros optamos por encerrarnos en nosotros mismos y cerrar las puertas de nuestro corazón a Dios, y, por supuesto, también a los demás.
De esa manera nos quedamos solos y a merced del poder del demonio, que jugará con nosotros. La comodidad es una basa que aprovecha muy bien el diablo para esclavizarnos y someternos. Por eso, Señor, aprovechamos el Evangelio de hoy para suplicarte que, con y por tu Gracia Misericordiosa, nos libere de la inclinación a la comodidad y demás pasiones que habitan, conviven y duermen dentro de nuestros corazones hasta la segunda venida del Hijo de Dios, nuestro Señor Jesús,, que nos liberará plenamente de toda esclavitud y pecado.
Gracias, Señor, por tantos regalos y tanta Gracia y Misericordia que nos ofrece, y por la salvación eterna en plenitud de gozo, dándonos la oportunidad de, abriéndonos al amor a Ti y a los hermanos, aguardar esperanzados con gozo.
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