Dame, Señor, la Gracia y la sabiduría de esforzarme y perseverar en la lucha de cada día para atravesar la puerta estrecha. Porque esa es la puerta que conduce a la Casa del Padre a la que Tú has ido a prepararnos una mansión para la eternidad. Danos, Señor, la sabiduría de no desaprovechar este tiempo de salvación e injertado en el Espíritu Santo dejarnos guiar por su acción.
Señor, que descubramos que nuestra mejor oración es la de servir a los demás. Que la intimidad contigo nos fortalezca para llevar a cabo el cumplimiento de tu Voluntad, que no es otra que el amar. Amar como Tú nos amas.
Ilumina nuestro camino, Señor, para que nuestra preocupación no esté tanto en mirar para nuestra salvación, cuanto en servir y amar a todos los hombres, porque en esa consiste la Ley y los profetas. Todos nuestros esfuerzos deben ir dirigidos a servir. ¿El modelo? La noche de la Santa Cena, donde Jesús lavó los pies a todos sus apóstoles. Signo de servicio por amor.
Entrar por la puerta estrecha no se logra con oraciones, misas, rosarios y más cosas, sino si esas oraciones, misas, rosarios y más cosas nos sirven para fortalecernos en el servicio y el amor a los demás. Así, el Señor, nos abrirá siempre la puerta para que entremos y gocemos de su compañía y presencia. Amén.
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