En muchas ocasiones experimentamos que lo que pensamos no lo expresamos. Es decir, en nuestro interior se entabla conversaciones que luego no se corresponden con el exterior. Sucede que parecemos dos extraños, pues lo que hablamos dentro no se corresponde con lo de afuera. Dentro se piensa de una manera y afuera se tiene otro pensamiento. Dentro somos nosotros, pero afuera nos adaptamos a lo que el medio y ambiente nos exige.
Realmente, ¿no somos los mismos? Da esa sensación. Hay una dicotomía en nosotros que separa nuestros pensamientos y nos hace diferentes. Como si de un espejismo se tratara, por dentro somos de una forma y en el exterior somos de otra. ¿Qué nos ocurre? ¿Hay dos verdades? ¿Una interior y otra exterior? ¿O hay diferentes actitudes que disfrazan esa verdad, y en algunos momentos de nuestra vida la reviste de mentira?
Sería muy provechoso descubrirnos y serenamente indagar y saber quienes realmente somos.
Porque eso está dentro de nosotros, y muy cerca de nuestra realidad. Precisamente, hoy vivimos en nuestro país esa actitud farisaica que disfrazamos de "políticamente correcto" para darle un tinte y blanqueo de verdad. Una superficialidad exterior que dentro se pudre y huele mal. Y todos lo sabemos, pero nos nos atrevemos a cambiar. Nos experimentamos impotente y hasta dispuestos a resignarnos. Así es la vida, decimos arriando la bandera de nuestra rendición.
¿Es qué no hay otra salida? ¿Es qué no sentimos ese deseo de sacar a nuestro exterior todo lo bueno que sentimos dentro? ¿Es qué ese amor que nos abraza por dentro no lo avivamos también afuera? El secreto está en que tú y yo solos no podremos, ni prenderlo ni mantenerlo en llama, pero asistido y abiertos a la acción del Espíritu Santo, que nos está esperando y a nuestro lado, seremos capaces de vivir una sola verdad, dentro y afuera.
Pidamos, siguiendo los consejos de Jesús, insistentemente; toquemos a su puerta sin parar; busquemos sin interrupción en todos los rincones de nuestro corazón, y encontraremos, recibiremos y seremos escuchados y atendidos. Y lograremos ser uno, igual dentro que afuera. Amén.
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