No tengo excusas ni justificación. Aquel ciego sí las tenías, pues él no sabía quien eras, Señor. Después de darle la vista creyó que era un profeta, pero nada más. Sin embargo, fue dichoso, pues Jesús mismo se le presentó y le dijo: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». El respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús le dijo: «Le has visto; el que está hablando contigo, ése es». Él entonces dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante Él.
Quizás nos ocurre como aquellos otros, que creemos que vemos y estamos ciegos. Y nuestra ceguera permanece. Y perdemos tu rastro Señor y tomamos otros caminos. Ábrenos los ojos, Señor, para oler tu perfume de amor y encontrar tu camino. Tu Palabra nos lo revela y nos dice que nos esperas en el Sagrario. Nuestra santa Madre Iglesia, continuadora de tu Misión, nos señala tu Camino y nos descubre tu Amor y tu sacrificio generoso para el rescate por nuestros pecados. Y nos indica dónde te encuentras, transformado, bajo las especies de pan y vino, para ser nuestro alimento espiritual con el que podamos vencer al mundo y sus tentaciones.
Quiero acudir a ti como ese funcionario real, con la esperanza de que cures mis enfermedades. Enfermedades del alma, de la duda, de la ceguera, del olvido, del pecado y de la muerte. Quiero creer en Ti, Señor, porque sólo Tú eres mi esperanza y mi salvación. Por eso, unidos todos, queremos pedirte que enciendas en nosotros la llama de tu Amor, y nos prendas de fe. Esa fe en Ti que sólo Tú nos puedes dar.
Porque nosotros, Señor, estamos muertos por el pecado y heridos por nuestras limitaciones humanas, que levantan una muralla delante de nuestros ojos, no sólo físicos, sino también del corazón, que nos impide verte. Derrumba, Señor, esos obstáculos y danos tu salvación como al hijo de aquel funcionario real. No sólo temporal, sino esa salvación que Tú realmente quiere para cada uno de nosotros: "La Vida Eterna". Amén.
Quiero acudir a ti como ese funcionario real, con la esperanza de que cures mis enfermedades. Enfermedades del alma, de la duda, de la ceguera, del olvido, del pecado y de la muerte. Quiero creer en Ti, Señor, porque sólo Tú eres mi esperanza y mi salvación. Por eso, unidos todos, queremos pedirte que enciendas en nosotros la llama de tu Amor, y nos prendas de fe. Esa fe en Ti que sólo Tú nos puedes dar.
Porque nosotros, Señor, estamos muertos por el pecado y heridos por nuestras limitaciones humanas, que levantan una muralla delante de nuestros ojos, no sólo físicos, sino también del corazón, que nos impide verte. Derrumba, Señor, esos obstáculos y danos tu salvación como al hijo de aquel funcionario real. No sólo temporal, sino esa salvación que Tú realmente quiere para cada uno de nosotros: "La Vida Eterna". Amén.
1 comentario:
Ábrenos los ojos, Señor, para oler tu perfume de amor y encontrar tu camino. Gracias, a veces siento que ÉL se oculta en mi vida y muchas veces no se como encontrarlo, en otros momentos un gran silencio pero trato de saber que en algún momento ÉL, volverá, gracias, por todo muchas, gracias.
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