Estoy tranquilo, Señor, a pesar de las turbulentas aguas que corren por los ríos de este desesperado y loco mundo. Estoy tranquilo, Señor, a pesar de la oscuridad que envuelve a este mundo y de su desesperada búsqueda de paz y felicidad. Una paz y felicidad que fundamenta en el poder, la riqueza, el bienestar y el placer de unos sobre los otros. Porque este mundo no es el bueno, sino el medio para llegar al Bueno, bueno con B mayúscula, que prepara el Señor para cada uno de los que creen en Él.
Este mundo es caduco, y todo lo que tiene fin no es bueno del todo, porque la verdadera felicidad no puede terminar, es eterna. Pues, si termina, se acaba. Y cuando se acaba, ¿qué hacemos? ¿Sufrimos? Ese dios no me convence. Un dios que muera deja de ser dios. A ese dios no me entrego ni sirvo, porque, también un día morirá. Mi Dios tiene que ser Eterno, porque lo bueno y gozoso lo es si es eterno. Esa condición es imprescindible, y nos señala y demuestra que hemos sido creados para la Vida. Vida Eterna. Si no esto no tiene sentido.
Por eso, Jesús, que hoy nos dice que es Dios, y que Dios es Jesús, nos revela que sólo Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Él es el único y verdadero Dios que salva, porque es Eterno. Y, sí, a ese Dios quiero servir, quiero seguir y ante Él me postro con todo mi corazón y ser, y me humillo como esclavo.
Te pido, Señor, que me des esa sabiduría y voluntad para seguirte con total fidelidad y entrega y derramar todo mi amor desde Ti a los hombres, por los que Tú has entregado tu Vida. Te pido, Señor, que alumbres mi vida para que pueda dar testimonio de tu Amor sirviendo a los hombres como Tú has hecho con cada uno de nosotros. Amén.
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