Se ha perdido el don de la paternidad y maternidad. Hoy la vida no representa un valor y la natalidad en las familias desciende asombrosamente. Y si se tiene un hijo o dos como máximo es por el hecho, también egoísta, de no quedarse sólo, pero nada más. La vida representa una contrariedad y los hijos se dejan para última hora. Primero hay que disfrutar de la vida y, en ese momento, los hijos estorban.
Esa es la concepción, por desgracia, que se tiene hoy sobre el valor de la vida. Los objetivos son otros. Incluso, la familia no está tampoco entre los primeros. Hoy se piensa, afortunadamente no son todos, en gozar y disfrutar, sin pensar que he nacido porque han habidos unos padres y una familia que se han cuidado de mí. El mundo ha caído en un individualismo egoísta y sólo se piensa en disfrutar y gozar.
En ese contexto los hijos molestan y las familias no están por la labor de sacrificarse y renunciar por amor a esos hijos. Se tienen los mínimos para que sean también mínimas las preocupaciones o sacrificios. La vida está condicionada por el interés hedonista de vivir placenteramente y materialmente. Y, como ciegos que no ven, no descubren que los pueblos que matan o no dan vida terminan desapareciendo.
Pidamos por la vida, para que las familias sean generosas y descubran el don y el valor de la vida. Porque sólo dándose y renunciando por amor encontraremos el camino y el verdadero sentido a esta vida. Porque los hijos son la prolongación del amor de los padres; porque los hijos son el fruto que da sentido a la vida de los padres y los que le dan la oportunidad de darse en amor. Porque un matrimonio sin hijos, sin causa que se lo impida, sino de manera egoísta, es como un árbol sin frutos.
Cada viernes, lo anunciamos en el blog, tenemos el rezo del santo Rosario, y pedimos por las familias y por la vida. Unamos a María y a su prima Isabel, que supieron ser agradecidas y alegrarse por tener la oportunidad de ser madres, que nos descubran también a nosotros ese don y valor de ofrecernos para acoger a la vida y cumplir con nuestro papel de padres y madres. Amén.
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