No es fácil desprenderse de la ambición del tener y poder. Todos deseamos mandar, es decir, tener poder y ambicionar riquezas. Porque las riquezas dan poder, y viceversa. Y nadie escapa a esta tentación. Diría que nuestro corazón está tocado por ese pecado de ambición. Incluso, todos buscamos la felicidad, porque nuestra esencia es esa, ser feliz eternamente.
Así nos ha creado Dios, y, por eso, ha enviado a su Hijo, para enseñarnos el camino que conduce a la felicidad. Él, el Señor, es el Camino, la Verdad y la Vida. Y nosotros, si queremos ser felices tendremos que seguirle para alcanzar y conseguir la felicidad que perseguimos. Pero, las riquezas y el poder son una gran obstáculo difícil de superar. Aquel joven rico -Mt 19, 16-22- no pudo superarlo, pues su corazón apegado a los bienes le impidió optar por seguir a Jesús.
También nos ocurre a nosotros, y conscientes de que sólos estaremos vencidos, recurrimos a Ti, Señor, para suplicarte que nos des sabiduría, fortaleza y voluntad para dejar en un segundo plano todos nuestros afanes de poder y riquezas y te pongamos a Ti como centro y norte de nuestras vidas. No queremos vivir apegados al poder y las riquezas, porque, entre otras cosas, ese poder y riqueza es caduco y no nos llena plenamente. Esconde vacío y corrupción.
Sólo el desprendimiento y la generosidad nos revierten dándonos gozo y felicidad. Porque, el gozo está en poder ayudar y servir, y poner todas tus riquezas, no sólo materiales sino también las espirituales al servicio de los demás. Y eso te pedimos hoy, Señor, que nuestro gozo se apoye en ser generosos y desprendidos, capaces de darnos por amor, porque es el Amor la fuente de todo gozo y felicidad eterna.
Por eso, Señor, unidos todos en este humilde y sencillo espacio virtual, te agradecemos nos des la fortaleza y la perseverancia para pedirte con insistencia y confianza que nos des esa virtud de la generosidad y el amor para el bien de los demás. Amén.
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