Nuestro Dios no es un Dios lejano, externo, que está afuera y actúa desde arriba, ni tampoco nos indica y señala el camino estando Él lejos. ¡Nada de eso! Tampoco es un Dios que nos da leyes, códigos o decálogo para que los cumplamos sin más. ¡No!, la grandeza de nuestro Dios es que se abaja, se hace pequeño, hombre como nosotros y vive entre nosotros, para, desde nosotros y con nosotros, proponernos el Amor de su Padre Dios y su Infinita Misericordia.
Él es el Dios con nosotros - Emmanuel - nacido de mujer con naturaleza humana. Es un Dios con historia y genealogía humana, como nosotros. Es un Dios que vinculado a la naturaleza humana y nacido de Madre humana camina con y junto a nosotros. Por eso, Señor, elevamos nuestros ojos hacia Ti y queremos agarrarnos de tu Mano para no perdernos e ir por el Camino, la Verdad y la Vida que Tú nos señalas y nos propones libremente.
Queremos seguir tus pasos acompañados de tu Madre, también nuestra Madre, y de todo el pueblo que, unidos y reunidos en Ti, confían en tu Palabra, tratan de escucharla y de hacerla vida en sus vidas. Unidos y compartiendo, porque ese compartir y unidad nos fortalece y nos hace más fuerte en el Espíritu Santo contra las tentaciones y obstáculos que la vida nos presenta.
Gracias, Señor, por ser un Dios hecho Hombre. Un Dios cercano, amigo, compañero, de carne y hueso como nosotros. Un Dios que sufre, que tiene sed y hambre, un Dios que camina, que se cansa, que necesita descanso, pero que se apoya en la oración con su Padre, se fortalece en la enseñanza hablando de lo que el Espíritu de su Padre le comunica y se esmera en darse en servicio hacia los demás. Un Dios encarnado en Naturaleza humana como la nuestra y que entre nosotros nos habla del amor de su Padre y nos propone su Camino, Verdad y Vida.
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