Jesús responde a su compasión. Se conmueve y actúa devolviendo la vida a aquel muchacho. Ha venido a eso, a cambiarnos la vida de este mundo por la Vida con mayúscula, la Vida Eterna. Es esa la verdadera Vida que nos viene a ofrecer, la Vida junto a su Padre para siempre. Y, en esta ocasión, compadecido de aquella pobre viuda ante la muerte de su único hijo, le devuelve la vida terrenal de este mundo. Una vida transitoria, porque más tarde tendrá que pasar por la muerte como todos y cada uno de nosotros.
Es esa la vida importante, la Vida tras pasar por la muerte en este mundo. Es esa la razón del rescate de Jesús por el que va a pagar con su Vida para entregarnos la oportunidad de salvar la nuestra para siempre. Para eso ha bajado del Cielo y aprovecha esos momentos para demostrarnos que es el Hijo de Dios y tiene poder para resucitarnos. Más tarde, al final de su Vida por este mundo, será Resucitado por el Padre para mostrarnos que,también nosotros si confiamos y creemos en su Palabra, resucitaremos también.
Por eso, leer el Evangelio nos rescata y nos anima para seguir caminando por este mundo hasta llegar al final de nuestra hora. Caminando, que significa ir actuando según la Palabra de cada día en cada instante de nuestro camino. De Palabra y obra, y aprendiendo y experimentando que no es fácil, que cada día nos encontramos con muchos tropiezos, dificultades y egoísmos que nos ponen difícil nuestro empeño y nos empinan la cuesta que tenemos que subir.
Por todo ello, pedimos fuerza, sabiduría, paciencia, fe y paz para, llenos de esperanza continuar, a pesar de nuestros errores y pecados, caminando hacia la Casa del Padre. Amén.
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