Si te fijas en Jesús descubres que es humilde y sencillo. Un Personaje tan famoso, tan persuasivo con la autoridad, sencilla y humilde, que desprende sus Palabras y con la facilidad que arrastra y atrae a todos los que le escuchan. Un Personaje que no pasa desapercibido y que por donde quiera que vaya llama la atención por su Verdad y por su forma de obrar y de proclamar el bien.
Todos le aclaman y le buscan. Sus obras dejan admirados a todos y su estilo de Vida deja una huella imborrable en el corazón del que le escucha y se abre a su Palabra. Indudablemente, es el Camino, la Verdad y la Vida y todo en Él invita a imitarle, a seguirle.
Su Vida es un ejemplo y un testimonio de agradecimiento al Padre. Su Vida derrocha humildad, sencillez y es un fiel reflejo de todo lo que predica y nos invita a vivir. Es la máxima expresión de la humildad, pues siendo el Señor, nace en una familia humilde y en la discreción máxima de un pesebre en Belén. Son, precisamente, los pastores, los más bajos y casi excluidos de aquella época y sociedad, los que reciben el anuncio. Y sucede así porque otros, suficientes, ricos, poderosos y auto suficientes no se lo creen.
Y, ahora, Resucitado no hace alarde de triunfalismo sino, en el mayor de los silencios, se aparece a los suyos, a los que le esperan y, animándolos y fortaleciéndolos, le invita a proclamar esa Resurrección como esperanza de Salvación para todos los que decidan creer en Él. No les hace ningún alarde de poder ni de fuerza. Ni tampoco les capacita con poder y fuerza para imponerse y obligar. Simplemente, les da el poder de perdonar, amar y hacer el bien a todos los que crean el Él.
Sin lugar a duda, es la Persona que a toda persona de bien, valga la redundancia, nos gustaría imitar. Y eso te pedimos, Señor, la luz, la fortaleza, la Gracia de poder ser cada día más parecido a Ti. Danos, Señor, sabiduría, fortaleza y paz para poder imitarte cada día de nuestra vida y proclamar que Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.
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