Es posible que nos olvidemos de nosotros mirando a los demás. Somos propensos a enjuiciar, opinar y situar el estado de los demás, pero, ¿y nosotros? ¿Cómo estamos nosotros y en que actitud nos situamos frente a el acontecimiento de la Resurrección del Señor? No son fáciles encontrar respuestas para esas preguntas que nos hacemos, pero si se hace necesario buscarlas y responderlas.
¿Cuántas veces hemos pensado e incluso pronunciado esa frase: "Si no lo veo no lo creo". De alguna manera pedimos experiencias de encuentro vivido sobre ese hecho del que se nos pide creer. Y en nuestra situación ahora lo que se nos pide es que creamos en el testimonio de los apóstoles que nos han transmitido a través del Evangelio; en la Palabra que Jesús nos ha dejado y en la Iglesia, que continúa el anuncio de la Buena Noticia.
Es lo que dice Jesús al final del Evangelio de hoy: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído». Se refiere a nosotros, a los que no hemos visto sino que nos fiamos del testimonio escrito de los que han visto, del encuentro en los Sacramentos que recibimos en la Iglesia y de la promesa del Señor que se hace presente en la comunidad.
Esa es nuestra fe y la que pedimos al Señor que nos aumente cada día para seguir firme el camino que Él nos señala fortalecidos en la comunidad. Sí, junto a Tomás queremos repetir esa frase de confianza, de fe y de abandono en sus Manos: Señor mío y Dios mío. Porque, aunque no hemos visto tus llagas ni tu costado, sí creemos en tu Resurrección, que se hace presente en nuestras vidas llenándonos de esperanza y de gozo en resucitar el día de nuestra hora en Ti.
Creemos en Ti, Señor, y esperamos confiados en tus palabras: Dichosos los que no han visto y han creído». Porque, sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna. Amén.
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