La es un proceso que se va gestando por obra y gracia de Dios. Es un don de Dios y como tal necesita que nuestro corazón se abra a esa fe. Porque, Dios así lo ha querido y nos ha creado libres. De modo que sin nuestro permiso no nos infundirá esa fe que por otro lado, tú y yo tenemos que buscar y estar disponible y dispuesto a recibirla. Así y todo, no se nos dará la fe de sopetón y en un instante, sino que será un proceso en el que vayamos madurando y entregándonos al amor de Dios.
Hoy, en el Evangelio, nos lo dice claramente: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: ‘Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros’».
A partir de nuestro bautismo recibimos al Espíritu Santo y será entonces cuando iremos siendo conducidos hacia la Verdad completa. El camino de nuestra vida será un camino de aprendizaje de la verdad y para ello necesitaremos estar atentos, abiertos y receptivos a la acción del Espíritu Santo. Y no desfallecer ni apartarnos de su escucha y de su compañía.
Por eso, Señor, te ruego que me des la fortaleza, la sabiduría y la paz de permanecer fiel a tu Espíritu y estar plenamente abierto a su obediencia y a dejarme llevar por sus impulsos. Él ha venido a iluminar mi vida y a darle sentido conduciéndola por el camino que lleva a la Verdad y a la Vida Eterna. Amén.
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