Está escrito en mi corazón y así lo experimento y lo descubro. Necesito un Padre que me quiera como Padre. Un Padre bueno, que me acoja y me llene de cariño y besos. Un Padre que me proteja y me perdone todas mis faltas, porque tendré muchas faltas.
Los hijos les fallamos a los padres. Precisamente, por eso somos hijos. Necesitamos la guía y la mano de un padre. Un padre bueno que nos enseñe a caminar por la vida, y que nos dirija y nos marque un objetivo bueno. Todos buscamos ese padre.
Y Jesús, el Hijo de Dios, enviado al mundo, nos lo viene a mostrar. Él nos revela que ha sido enviado a mostrarnos el Amor que su Padre nos tiene a cada uno de nosotros. Nos descubre un Padre, no implacable como lo identifican los fariseos, sino un Padre amoroso y bondadoso y lleno de Misericordia. Un Padre que nos quiere y nos perdona.
Gracias Señor Jesús por esta buena noticia. Una noticia que llena nuestra vida de esperanza y de consuelo. Una noticia que alimenta nuestra fe y nos da fuerza para caminar por nuestras vidas abandonados en tu Perdón y Misericordia. Porque experimentamos nuestras debilidades y nuestras miserias; nos descubrimos impotentes, soberbios, envidiosos y limitados, y somos conscientes de nuestros pecados.
Por eso, Padre del Cielo, gracias por Jesús, el Hijo amado, que nos enseña y descubre tu Amor, Perdón y Misericordia, y llena nuestro corazón de paz y esperanza para continuar la marcha por nuestras vidas agarrados y confiados en tu Amor. Amén.
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