No es fácil responder como lo hicieron María y José. Porque eso, en primer lugar, exige una fe activa, que no se queda en el pensamiento, sino que pasa a la acción. María abre su corazón a la acción del Espíritu Santo porque esa es la Voluntad de Dios. Y José, asume dócilmente el embarazo de María a la insinuación que le hace el Ángel.
Están abiertos y atento a la acción del Señor. Esa actitud, tanto de María como de José, nos cuestiona y nos descubre nuestra propia actitud. ¿Tengo yo en el centro de mi vida la escucha atenta a la Palabra de Dios? ¿Y organizo mi vida en función de lo que Dios me indique? ¿Me esfuerzo en esa dirección?
Se hace difícil y cuesta arriba mantener esa perseverancia y esa actitud de disponibilidad. Pero, no por eso debemos desistir, sino siempre esperanzados y confiados en la Gracia del Señor, que nos dará la fuerza y constancia para perseverar en su Palabra. El camino es duro, se nos resiste a la renuncia, y nos ofrece comodidades y confort. Y nos cuesta complicarnos la vida. El amor exige mucho compromiso.
¡Señor, conscientes de que la labor es dura, te pedimos la Gracia de mantenernos firmes en tu Palabra, y fieles a tu Voluntad. Una vez más sabemos que la labor es imposible si vamos solos. Sin Ti nada podemos hacer, y ese es nuestro objetivo, mantenernos injertado en Ti, para que bebiendo de tu Sangre y comiendo tu Cuerpo, seamos alimentado en tu Espíritu y podamos llegar a vivir en tu Palabra y Voluntad. Amén.
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