No debemos cansarnos, y menos creernos que ya hemos llegados, o estamos salvados. Porque eso es lo que espera el diablo, que bajemos los brazos para meterse dentro de nosotros y seducirnos con las cosas del mundo. Estemos siempre vigilantes, atentos y con el suficiente aceite en nuestro corazón para que siga latiendo según la Voluntad de nuestro Padre Dios.
Porque, sólo Él busca nuestro bien y nuestra eterna felicidad. Hoy, con verdadero amor, nos lo anuncia y dice en el Evangelio a través de Jesús, su Hijo, que nos revela su igualdad con el Padre, y que tiene poder para dar la Vida como el Padre, porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que hace. Realmente, estamos en Buenas Manos, y eso nos permite poner toda nuestra confianza y nuestra fe en el Señor Jesús.
Pidamos, en confianza y fe, cerrar la puerta de nuestro corazón a esa parte del mundo que nos quiere seducir y alejar de Ti, Señor; pidamos con confianza y fe, al Espíritu Santo que nos guíe por el desierto de nuestra vida para que crezca en nosotros la esperanza y el ansia de vivir en la Voluntad del Padre. Pidamos también, con confianza y fe, mantenernos despiertos y vigilantes, y no desfallecer, para escucharte y vivir en el esfuerzo de poner por obra tu Palabra.
Pidamos, con confianza y fe, que seamos dóciles a dejarnos convertir por el Señor. Que no desesperemos porque nuestro amor sea limitado, egoísta, endurecido e inmaduro, porque lo importante no es mi amor imperfecto, sino el dejarnos amar por el Amor Perfecto del Señor. Él nos transformará en ese corazón que todos deseamos llegar a ser. Pidamos esa conversión.
Tú, Señor, que eres paciente y lento para enfadarte, y que conoces mis pecados, dame la Gracia de poder vencerlos, y depuestos ante Ti, quedar limpio de tanta impureza. Y danos, Señor, es oportunidad que Tú nos ofrece de volvernos a la vida, pero a una Vida Eterna donde el gozo y la plena felicidad consiste en estar a tu lado. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario