No nos faltaran justificaciones para negarnos a creer. La fe no es algo visible ni tangible, y, por lo tanto, podemos disimularla, falsearla y engañarla. Puedo decir que creo, pero que soy débil y fallo. Pero en el fondo lo que hago es disimular, porque no tengo ningún interés en corregirme o esforzarme en no fallar. Busco esas circunstancias que me invitan y seducen para fallar.
El pecado no está en el hecho material, sino en la intención del corazón. Puedes cometerlo, pero no desearlo ni buscarlo, más las circunstancias te invitan y tu debilidad sucumbe. Sí, lo has cometido, pero tú no querías y estás arrepentido. Tu corazón está dolorido y busca limpiarte pidiendo perdón en el sacramento de la penitencia. Hay una gran diferencia.
Y Dios no puede ser engañado. Entre otras cosas porque Él lo sabe todo, lo ve y sabe de lo que se trama dentro de lo más profundo de tu corazón. El juego necesita limpieza, y eso sólo lo ve Dios. Por eso no podemos juzgar nosotros, pues no estamos capacitados para ello. Sólo Dios es el único Juez.
Podemos, pues, negar todo lo que queramos, darle muchas vueltas y, demagógicamente hacer ver lo negro blanco, pero todo al final se sabrá. La verdad siempre emergerá. Para eso está el Espíritu Santo. No se ha quedado de vacaciones, ni para pasarlo bien ni contemplarnos, sino que actúa, está en nosotros, y se hace presente para, respetándonos, asistirnos, darnos luz, indicarnos el camino, fortalecernos y señalarnos la verdad. Luego te toca a ti poner de tu parte tu colaboración disponiendo tu libertad y poniéndola en sus Manos.
No está la Escritura para interpretarla a nuestro modo. Se ha quedado en Espíritu Santo en la Iglesia para indicarnos el camino y la verdad. Es pues, necesario escuchar y ser dócil a la Palabra. Y eso te pedimos hoy, Señor, desde este humilde rincón de oración: Fortalécernos, danos sabiduría y perseverancia para, pacientemente dóciles a tu Palabra, seamos capaces de creer y vivir en ella. Amén.
No está la Escritura para interpretarla a nuestro modo. Se ha quedado en Espíritu Santo en la Iglesia para indicarnos el camino y la verdad. Es pues, necesario escuchar y ser dócil a la Palabra. Y eso te pedimos hoy, Señor, desde este humilde rincón de oración: Fortalécernos, danos sabiduría y perseverancia para, pacientemente dóciles a tu Palabra, seamos capaces de creer y vivir en ella. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario