¿Qué será de mí, Señor, si no soy sal y luz que alumbre mi camino por este mundo? Esa es mi lucha y mi batalla, y también mis miedos y temores. Dame la paz de ser paciente y confiado en tu Palabra y perseverante en ella. Dame la sabiduría de saber derramar humildemente tu Evangelio y tu Palabra de salvación.
Despójame, Señor, de todas mis ataduras e inclinaciones al mal, y fortalece mi voluntad para hacer la Tuya. Ilumina mi vida y llénala de sentido, de alegría y de paz, para que también pueda ser luz, aunque pequeña, para otros. Y, también, Señor dame la capacidad de aceptar mis limitaciones y mis fracasos, y de saber que, todo me viene regalado de Ti, y como tal debo darlo yo a los demás.
Y en ese sentido y actitud seré, como Tú me indicas hoy, sal y luz para los que me rodean en mi camino hacia Ti. Dame esa paz y paciencia que necesito para aceptar todas las dificultades, y también fortaleza para vencer las seductoras tentaciones que este mundo ofrece a mi débil humanidad. Lléname, Señor de tu Espíritu para, fortalecido en Él, ser fuerte y vencer el mal que me asedia y me tienta.
Revísteme, Señor, de esa capacidad de ser coherente y de poner mi vida en proporción a mi fe, para que mis actos vayan de acuerdo con mis pensamientos y mi forma de vivir. Pero, también, a saber aceptar tu voluntad y las dificultades que surgen en mi propio camino ocasionadas por los otros. Darme cuenta que en muchos momentos obedecer y aceptar la voluntad de los que están junto a mí puede ser el detonante para lograr lo que creo debo hacer.
A veces, la obediencia, a pesar de que sea algo que nos parece equivocado, puede ser el camino para lograr lo que realmente pensamos y queremos hacer en el Espíritu Santo. Pidamos al Espíritu que nos dé esa sabiduría y esa Gracia para siempre dejarnos llevar por Él. Amén.
Revísteme, Señor, de esa capacidad de ser coherente y de poner mi vida en proporción a mi fe, para que mis actos vayan de acuerdo con mis pensamientos y mi forma de vivir. Pero, también, a saber aceptar tu voluntad y las dificultades que surgen en mi propio camino ocasionadas por los otros. Darme cuenta que en muchos momentos obedecer y aceptar la voluntad de los que están junto a mí puede ser el detonante para lograr lo que creo debo hacer.
A veces, la obediencia, a pesar de que sea algo que nos parece equivocado, puede ser el camino para lograr lo que realmente pensamos y queremos hacer en el Espíritu Santo. Pidamos al Espíritu que nos dé esa sabiduría y esa Gracia para siempre dejarnos llevar por Él. Amén.
1 comentario:
Revísteme, Señor, de esa capacidad de ser coherente y de poner mi vida en proporción a mi fe, gracias.
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