Muchas veces no nos damos cuenta que tenemos los oídos y los ojos cerrados. Creyendo oír no oímos, y creyendo ver no vemos. No es nada nuevo, ya se nos ha dicho muy claramente en la Biblia - Mt 13, 13-14 - pero nosotros erre que erre. No aprendemos y seguimos ciegos creyendo que nuestros proyectos son mejores y los adecuados. Y tratamos, en consecuencia, educar a nuestros hijos al margen de lo que Espíritu Santo nos sugiere y nos señala.
Eso sí, los hemos bautizado, pero, ¿para qué si luego no le hacemos caso al Espíritu Santo? Y educamos a nuestros hijos para que sean mayores según nuestras ideas. ¿Y qué pensamos?, pues, que para ser de los primeros hay que estar preparado, saber mucho y tener varios títulos. Es decir, ser importantes y desempeñar cargos importantes. Lo pequeño lo dejamos para los pequeños.
Volvemos a meter la pata, porque, sin estar reñido con prepararse y conseguir la mejor formación y titulación, la grandeza se esconde en el servicio, en el abajamiento para, al mismo nivel que los más pequeños, servirles y atenderles en sus carencias más destacadas. La grandeza y los primeros puestos se esconden en ocupar los últimos puestos y los más bajos, porque cuando te quedas el último, para servir y por amor, estás realmente ocupando el primer puesto.
¿Qué nos enseñó Jesús? ¿No fue eso? Él, siendo el Primero y el más Importante, Creador de todo lo que se ve y no se ve, se abajó de tal manera que se hizo igual que el hombre, menos en el pecado, y todo para servirlo hasta el extremos de entregar su Vida para salvarlo. ¿Y tú y yo queremos seguirle haciendo lo que a nosotros se nos ocurre o creemos? Reconozcamos nuestra ignorancia y nuestros pecados y pidamos que, en el Espíritu Santo, nuestros corazones sean transformados y renovados en semejanza con el del Señor. Amén.
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