Todos sabemos que amar y dar amor es la mejor respuesta que podemos dar a todo lo que se nos pida. Porque, cuando nos esforzamos en darnos por amor estamos buscando el bien del otro y el bien de todos. Y cuando eso sucede todos nos beneficiamos, porque con el bien todos salimos ganando y se establece la paz, la justicia y la buena convivencia .
Ahora, ¿por qué no lo hacemos? La respuesta es porque nos cuesta vencernos y porque nuestra naturaleza está herida por el pecado. Y, porque no podemos tampoco enfrentarnos nosotros solos. Necesitamos abrirnos a la acción del Espíritu Santo, que es quien nos lo enseña todo y nos lo recuerda a cada instante. Él nos acompaña y nos auxilia ante las dificultades que nos vamos encontrando. Dificultades de entendimiento y de tenerlo siempre presente.
Porque, el mundo en el que vivimos trata de distraernos y de despistarnos, y de seducirnos con los placeres y tentaciones de este mundo. Nadie puede salvarse de las tentaciones, y el mundo, demonio y carne son unos peligros que van a acompañarnos en cada instante de nuestro camino. Tendremos que pasar por muchas tribulaciones y tormentas, pero fortalecidos y agarrados al Espíritu Santo saldremos siempre vencedores.
En esta actitud, te pedimos Padre que nos fortalezcas y nos des la sabiduría de discernir por donde debemos ir y en donde debemos meternos. Te pedimos que nos transformes nuestros corazones, egoístas y endurecidos por nuestros pecados, en unos corazones generosos y abiertos a amar, asistidos y auxiliados por el Espíritu Santo, que nos recuerda y nos enseña el camino a seguir.
Confiados en tu presencia y refugiados en tu compañía y promesa, Padre, queremos aprender a amar a tu estilo, dándonos y olvidándonos de nosotros para entregarnos y buscar el bien de los demás, Amén.
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